lunes, 8 de octubre de 2012

¿Por qué no debes gritarle a tus hijos?


¿Alguna vez habéis aceptado algo sin entender porque, de buena gana?

Por poner un símil actual, ¿Aceptáis todos los recortes a nivel de salud o educación que el gobierno esta aplicando, sin apenas explicaciones, de buena gana?

¿Os ayuda a entenderlo el hecho que cuando protestáis en la calle os griten o empujen?

Esta claro que es un ejemplo muy extremo, pero ideal para explicar porque es tan bueno gritarle a tu hijo, cuando no quiere obedecerte.

Los niños, con frecuencia, son exasperantes, les repites las cosas muchas veces, levantas la voz para ver si te entienden, intentas explicarles pero no te escuchan, y hasta que no pegas cuatro gritos no te prestan atención, entonces te toman en serio.

¿Qué les pasa?, ¿Son duros de oído?

Desde luego que no, los niños, como seres humanos individuales, realizan una valoración muy distinta a la tuya respecto a la importancia de las cosas, por ejemplo, como ordenar los juguetes, ¿no es mucho más divertido y cómodo tenerlos a mano por la habitación que en aburridos baúles o cajones? Y desde luego, no le expliques que el puré de verduras tiene vitamina A, B y C, y es súper sano para el / ella, porque por muy sano que sea, no sabe a chicle.

Y sinceramente, por muy alto que lo digas, seguirá sin entenderlo, al final posiblemente te obedecerá, no porque lo comparta, sino porque se lo ordenas. Repito ¿Cuándo fue la ultima vez habéis aceptado algo sin entender porque, de buena gana?

Y desde luego, ¿Qué crees que sucederá cuando ya no tenga miedo de los gritos, y por lo tanto le de igual?

Vamos a empezar hablando de lo que ocurre en los hijos/as cuando les gritamos:

¿Qué pasa cuando les gritas?

Lo primero que has de tener en cuenta es que por mucho que levantes la voz:

- Tu hijo no te entenderá mejor
-   Le estas transmitiendo nerviosismo, y posiblemente acabe llorando
 Cuanto más grites, más síntomas de estrés le estarás provocando
- Cuanto más grites, más problemas de conducta tendrá y por consiguiente más te desobedecerán
- Más problemas tendrán para relacionarse con sus semejantes, ya que aprenderán que el chillido es una herramienta para mandar, dando lugar a relaciones de abuso de poder en vez de relación entre iguales
- Es bastante probable que en la edad adulta presenten alguna patología emocional, como estrés, ansiedad, depresión, etc.
- De ningún modo seguirán el camino que quieres que sigan, ya que cuando gritas pierdes la razón de lo que dices y el mensaje no llega.

Y después de todo, seguirán sin escucharte, es posible, incluso, que sientan un resentimiento crónico hacia ti, ya que no acabarán de entender el motivo de tu comportamiento.


Llegados a este punto, seria interesante que nos planteásemos la siguientes pregunta: 

 ¿Alguna vez alguien te ha echado bronca, sin entender porque?

Sí la respuesta es afirmativa, la siguiente cuestión seria
¿Aprecias a esa persona?
¿Te gustó que te hablara de ese modo?
¿Entendiste porque te habló así

Ahora que ya hemos conseguido ponernos en el lugar del oyente y nos hemos dado cuenta de que quizás es absurdo gritar para que nos entiendan, seria interesante hablar de cómo hacerlo de otro modo, sin recurrir a elevar la voz.


Entonces, ¿Qué hago?

Con un poco de PACIENCIA, bueno, con mucha, puedes aprender como obtener la colaboración de tu hijo.

A veces es difícil controlarse, y más cuando llegamos a casa cansados de la jornada laboral,  todo esta revuelto, no nos hacen ni caso, etc. En ese instante, fruto de la desesperación,  sale el “grito” de forma automática, es incluso, desestresante, pero no nos ayuda en nada, ni a nosotros, ni desde luego, a ellos.

Vamos a visualizar ahora  la situación dese el punto de vista de un niño/a:

Imagínate.... “llegas a casa cansado / a del colegio, no esta mamá o papá, por lo tanto, decides jugar con tus juguetes para pasar el rato,  de repente llega mama, genial!!, por fin podrá jugar conmigo!!!, pero ella está cansada de trabajar y me manda  a  mi habitación y luego me dice:  recoge!, lávate las manos!, al baño, ponte el pijama!, como el puré (argggg!!), lávate los dientes, vaya rollo!!!!……”

Tus hijos necesitan de tu presencia y tiempo. Prioriza entre lo que es urgente e importante, lo que es importante, y lo que puede esperar. No somos súper mujeres / hombres, no te líes a hacer mil cosas en casa cuando llegues de trabajar, baja las expectativas, las obligaciones…

Siéntate con ellos, juega un rato, invítales a colaborar para hacer la cena, si ya son un poco mayorcitos, explícales porque se hacen las cosas, que el baño no sea un ritual, sino otra ocasión para disfrutar y jugar juntos.

En resumen, si quieres que tu hijo obedezca empieza con motivarle, refuerza las conductas que pretendes inculcarle (si un día recoge un libro y lo pone en su sitio, no veas solo que hay cinco libros más en el suelo).

Y por encima de todo ACEPTA  que no es un adulto, es un niño, quiere jugar, saltar, hacer cosas divertidas…., también ha de haber espacio para disfrutar. Y cuando sea hora de recoger, SE PACIENTE.


Paqui Martín
Isabel Verdejo

Psicólogas de PsicoEspai