Tenemos la costumbre, como seres sociales que somos, de
aconsejar a nuestros amigos y familiares sobre cuestiones que creemos están bajo nuestro dominio. Es muy común entre padres e hijos, es la forma que
tenemos de educarlos poco a poco, de demostrarles que nos preocupan y que
estamos a su lado... Pero existe un pequeño problema, la línea entre el
consejo y la crítica es muy delgada, y solemos traspasarla con demasiada
frecuencia, con poca empatía y poca comprensión. Y lo cierto es que
en la mayoría de ocasiones esta pequeña diferencia nos pasa
desapercibida.
La delgada línea entre la crítica y el consejo
A menudo damos un consejo a otra persona, hijo/a, amigo/a,
familiar, etc., y este no se lo toma nada bien, y pensamos: “será
desagradecido, encima que se lo digo por su bien”, y terminamos ambos molestos,
uno porque dio el consejo con la mejor intención y el otro porque no deseaba
escuchar consejos en ese momento. Curiosamente la persona aconsejada en
vez de dar las gracias reacciona de forma inversa, con rechazo, ¿Por qué será?
Habitualmente este consejo va acompañado de una crítica:
“cuando te ocurra esto debes hacer….”, “¿cómo no te has dado cuenta?, la
próxima vez….”, “vaya pues en otra ocasión podrías probar a…..”. E incluso, en
la mayoría de los casos, lo que sucede es que solemos creer que todo el mundo
necesita nuestro consejo y a veces, únicamente se necesita de un
acompañamiento y un buen oído. Ya que seguramente, el autor de la errada
ya es consciente de su error.
Todas estas frases, aquellas que decimos con las mejores
intenciones, parecen inofensivas pero esconden una crítica a la forma de
actuar del otro, lo hacemos con la mejor intención, seguro, pero la otra
persona lo acoge como un ataque directo a su forma de actuar y por lo tanto a
ella misma.
¿Cómo aconsejo?
Lo primero que has de tener en cuenta en que a veces es mejor
aplazar el consejo a otro momento, no darlo en el momento de los hechos, quizá
este es un momento de crispación, con lo cual aún se vivirá peor. Espera a que exista
un clima de mayor confianza.
Es muy importante que la persona te pida ese consejo, puesto
que a veces somos muy generosos regalando nuestro punto de vista y es fácil abusar
de la confianza, ofendiendo a la otra
persona. Una buena opción es primero empatizar con la otra persona antes de
contaminarnos con nuestro punto de vista.
Personaliza para evitar la crítica, usa frases del estilo:
“esto me sucedió a mí y me sentí mal, probé esto / o creo que si hubiera
actuado así quizá me podría haber ayudado más”, “otro día, se me ocurre, que
quizá podrías intentar esta otra forma…”; nunca uses frases que puedan dañar la
autoestima del otro: “¿Cómo eres tan tonto?”, etc.
Recuerda que puedes aconsejar sin criticar, aconsejar y
regañar a la vez, no es efectivo.
"El aconsejar es un oficio tan común que lo usan
muchos y lo saben hacer muy pocos".
PsicoEspai