lunes, 31 de marzo de 2014

CONTAMINACION EMOCIONAL



CONTAMINACION EMOCIONAL


Las emociones, junto con los pensamientos son las dos partes fundamentales del ser humano. Las emociones son a modo de resumen nuestra respuesta a las distintas experiencias y un modo de expresión que vamos construyendo día a día.

Hay dos tipos de emociones, aquellas que llamamos emociones sanas, que pese a que algunas son agradables y otras desagradables no nos perjudican la salud, estaríamos hablando de la alegría, la tristeza, el amor, la decepción, el disgusto,entre otras. Sin embargo, hay otro tipo de emociones que si no aprendemos a gestionarlas, pueden llegar a ser nocivas y marcarnos significativamente como por ejemplo: la ansiedad, la rabia, el odio, la culpa..


Hablamos de contaminación emocional cuando existe una acumulación de emociones insanas o tóxicas, que no hemos sabido gestionar de forma adecuada y nos acaban provocando una contaminación de nuestro estado anímico. Un sentimiento insano como la ansiedad, quizás al principio es poco perceptible y no supone mucho esfuerzo sobrellevarlo, sin embargo, es acumulativo y va creciendo si uno no lo aprende a controlar. Por ello es muy importante no dejar acumular emociones tóxicas. Hay que hacer limpieza de vez en cuando...

Es muy común escuchar personas quejándose de su escaso estado de salud, enfocado en el plano más físico del ser humano. Sin embargo, cada vez, existe más conciencia ( pese a que aun hay mucho camino por recorrer) de un tipo de salud ligada a la mente humana y al mundo de las emociones. Un tipo de salud que en los tiempos que corren, se está deteriorando porque no se le presta la suficiente atención, hasta que llega a estar enormemente dañada y la persona entra en alerta.

Desde Psicoespai, te animamos a que tengas en cuenta la salud emocional, limpia los posibles residuos mal gestionados y cuidate a ti mismo. No te rindas, pide ayuda, si es necesario y protegete de la contaminación contextual.



Psicoespai

martes, 28 de enero de 2014

SI aconsejar, NO criticar

Tenemos la costumbre, como seres sociales que somos, de aconsejar a nuestros amigos y familiares sobre cuestiones que creemos están bajo nuestro dominio. Es muy común entre padres e hijos, es la forma que tenemos de educarlos poco a poco, de demostrarles que nos preocupan y que estamos a su lado... Pero existe un pequeño problema, la línea entre el consejo y la crítica es muy delgada, y solemos traspasarla con demasiada frecuencia, con poca empatía y poca comprensión. Y lo cierto es que en  la mayoría de ocasiones esta pequeña diferencia nos pasa desapercibida.

La delgada línea entre la crítica y el consejo

A menudo damos un consejo a otra persona, hijo/a, amigo/a, familiar, etc., y este no se lo toma nada bien, y pensamos: “será desagradecido, encima que se lo digo por su bien”, y terminamos ambos molestos, uno porque dio el consejo con la mejor intención y el otro porque no deseaba escuchar consejos en ese momento. Curiosamente la persona aconsejada en vez de dar las gracias reacciona de forma inversa, con rechazo, ¿Por qué será?

Habitualmente este consejo va acompañado de una crítica: “cuando te ocurra esto debes hacer….”, “¿cómo no te has dado cuenta?, la próxima vez….”, “vaya pues en otra ocasión podrías probar a…..”. E incluso, en la mayoría de los casos, lo que sucede es que solemos creer que todo el mundo necesita nuestro consejo y a veces, únicamente se necesita de un acompañamiento y un buen oído. Ya que seguramente, el autor de la errada ya es consciente de su error.

Todas estas frases, aquellas que decimos con las mejores intenciones, parecen inofensivas pero esconden una crítica a la forma de actuar del otro, lo hacemos con la mejor intención, seguro, pero la otra persona lo acoge como un ataque directo a su forma de actuar y por lo tanto a ella misma. 

¿Cómo aconsejo?

Lo primero que has de tener en cuenta en que a veces es mejor aplazar el consejo a otro momento, no darlo en el momento de los hechos, quizá este es un momento de crispación, con lo cual aún se vivirá peor. Espera a que exista un clima de mayor confianza.

Es muy importante que la persona te pida ese consejo, puesto que a veces somos muy generosos regalando nuestro punto de vista y es fácil abusar de la confianza,  ofendiendo a la otra persona. Una buena opción es primero empatizar con la otra persona antes de contaminarnos con nuestro punto de vista.

Personaliza para evitar la crítica, usa frases del estilo: “esto me sucedió a mí y me sentí mal, probé esto / o creo que si hubiera actuado así quizá me podría haber ayudado más”, “otro día, se me ocurre, que quizá podrías intentar esta otra forma…”; nunca uses frases que puedan dañar la autoestima del otro: “¿Cómo eres tan tonto?”, etc.

Recuerda que puedes aconsejar sin criticar, aconsejar y regañar a la vez, no es efectivo.


 "El aconsejar es un oficio tan común que lo usan muchos y lo saben hacer muy pocos".



PsicoEspai